Carta a la oposición

por | Sep 2, 2020

La crisis de Venezuela va más allá de posiciones malcriadas y renuentes a dialogar, en función de un verdadero cambio que favorezca la calidad de vida de cada ciudadano, muy deteriorada por infinitos motivos, pero agudizada por la falta de un plan desde la oposición para enfrentar estos duros momentos.

Con posiciones arrogantes y buscando «soluciones» desde una cúpula, es difícil encontrar a corto plazo un camino para ver la luz del cambio. Aquí no se trata de quién o cual actor político dentro de la oposición tiene más méritos o no, para liderar esta gesta, aquí se trata de unir voluntades para caminar en una ruta si se quiere ganadora.

Los intereses personales o partidistas han hecho mucho daño a esa tarea del rescate del país, cada uno actúa a conveniencia propia y les importa poco o nada, llevarse por delante el clamor de las mayorías. No obstante, la UNIDAD de palabra solo ha servido para momentos excepcionales, pero la misma ha quedado fracturada, una vez logrado el objetivo.ab

Ahora bien, el tema electoral ha sacado los demonios de unos y de otros a favor y en contra del proceso. Para unos es una salida y para otros es una trampa. Me pregunto, han tomado en cuenta qué quiere la ciudadanía o le han preguntado al respecto.

Los insultos, las descalificaciones, las campañas de descrédito orquestada desde los laboratorios de las redes sociales, realmente son indignantes y una falta de respeto para quienes se mantienen a la expectativa y confiando en una dirigencia para salir de este duro momento, y lo peor, cada día dejan de ser atractivos y de convertirse en una opción para lograrlo.

En política hay que escoger muy bien a los enemigos porque al final podrían terminar pareciéndose a ellos. Y es lo que pareciera estar ocurriendo en Venezuela, durante más de dos décadas se viene criticando y denunciando el actuar y proceder político de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro.

El cinismo, los ataques, las descalificaciones, las persecuciones y el chantaje, son esos antivalores que se quieren cambiar porque no solo han destruido las instituciones sino al país en general, creando divisiones, miseria, la perdida de un estado de derecho y pare usted de contar.

Aunque esas persecuciones y chantaje por parte del gobierno nacional se hacen en tiempo real, del lado de la oposición, lo hacen de manera virtual pero a la final, logran el mismo impacto, y sigue oscureciendo esa ruta planteada.

Aquí la opinión de todos importa porque nos estamos jugando el presente y futuro de Venezuela. Nadie es más o menos que nadie, todos suman. Hasta el que se considera más insignificante, tiene su idea, pero tenemos que escucharnos de verdad. Dialogar no es negociar, es buscar alternativas democráticas y reales para enfrentar el autoritarismo.

No crean que con los términos de corruptos, alacranes, traidores y no se cuantos insultos más van a impulsar el cambio. Aquí todos han cojeado de un lado o del otro. Traigo a colación la frase: Cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo». A buen entendedor sobran las palabras.

En cuanto al indulto otorgado a diputados a la Asamblea Nacional, dirigentes políticos y periodistas, se ha creado una matriz de opinión alarmante, porque cómo carajo se puede criticar o pretender que no aceptaran el beneficio, quienes han estado privados de libertad siendo inocentes y sufriendo toda clase de calamidad y humillación y más en tiempos de Pandemia. Significa una crueldad de quienes lo han insinuado por las redes sociales, tribuna política por excelencia en Venezuela.

Aquí cito una frase del gran padre de la democracia, Rómulo Betancourt: «Una cosa es estar en la candela política y otra desde lejos decir como se apaga». Así que no critiquemos a quienes desde aquí plantean una idea, una alternativa. Recuerden el diálogo no es negociación. Todos los días la dinámica de la política cambia, al igual que sus actores, por ello la importancia de saber, dónde estamos parados.

Aunque suene a retórica y repetitivo, es muy fácil decir qué hacer o cómo reaccionar cuando se está afuera por el motivo que sea. Lo difícil es hacerlo desde el lugar de los acontecimientos. Los venezolanos nos hemos convertido en una especie de corresponsales de guerra, a diario transmitimos las penurias y obstáculos a sortear para vivir. Entonces resulta muy injusto esos llamados desde la zona de confort, a quienes ya ni fuerzas tienen para seguirlos en aventuras que no llegan a nada.

Venezuela sigue viva, no dejó de existir con el éxodo de más de cinco millones de coterráneos. Las necesidades siguen allí y los sueños de cambio también. Venezuela sigue en el mapa, así que no pueden hablar como que si los que estamos aquí, no existimos, ni contamos para tomar decisiones en función del país.

El ego hay que dejarlo a un lado, el odio, el resentimiento, la envidia, la vanidad, la codicia, es menester desprenderse de todas esas cargas emocionales para poder conformar un ejército para lograr el cambio. No le pongan nombres ni etiquetas. Por Dios, no sigan perdiendo el tiempo es anuncios de reuniones con fulano o con mengano. La historia tampoco les perdonará ese ocio y esas tácticas para simular un trabajo que en realidad no se está haciendo porque no se ven los resultados, o por lo menos su impacto no está cristalizado en la gente común y corriente, es decir, en las mayorías.

Hay que salir de la cápsula, dejar el teclado por un momento, y aunque es cierto que la pandemia impide algunos movimientos, el acercamiento a la gente, el saber qué sienten, qué padecen, cómo se sienten, nada lo impide. Quítense la mascarilla política y conectense con la gente, allí está la clave de todo.

Son momentos de ir por la calle del medio, los extremos en estos momentos no son sabios consejeros. Aglutinar esfuerzos, centrados en un país, despojarse de los intereses personales y de la polaridad. Sólo así podremos avanzar hacía ese tan anhelado cambio.

Yosmar Poleo

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