Decenas de fuerzas de paz rusas con destino a Nagorno-Karabaj comenzaron a desplegarse este martes. Horas después de que Armenia y Azerbaiyán acordaron detener los combates por la región separatista y en medio de señales de que el alto el fuego se mantendría donde otros intentos no lo habían hecho.
La tregua se produjo después de avances significativos por parte de las fuerzas azerbaiyanas que, según el líder de Nagorno-Karabaj, respaldado por los armenios, hacían imposible que su lado continuara. Se celebró en Azerbaiyán, pero dejó a los armenios resentidos y muchos asaltaron edificios gubernamentales durante la noche, exigiendo que el Parlamento invalidara el acuerdo.
Los dos países han estado encerrados en un conflicto por Nagorno-Karabaj durante décadas, y existía la preocupación de que las hostilidades pudieran escalar y atraer a Turquía, que apoyó a Azerbaiyán, y Rusia, que tiene un pacto de seguridad con Armenia.
Si la tregua resulta duradera, sería un gran éxito diplomático para Rusia, que parece haber negociado un acuerdo donde otros fracasaron y estaba en una situación difícil ya que tiene vínculos con ambas partes. Turquía también pareció salir bien, aunque quedaba por ver si podría expandir su influencia asegurando un papel más destacado en el proceso de paz.
Nagorno-Karabaj se encuentra dentro de Azerbaiyán, pero ha estado bajo el control de las fuerzas étnicas armenias respaldadas por Armenia desde que terminó una guerra separatista allí en 1994. A fines de septiembre estallaron intensos combates, la mayor escalada del conflicto en un cuarto de siglo, y han dejado a cientos , posiblemente miles, muertos. Eso incluye unos 1.300 soldados de Nagorno-Karabaj, según funcionarios de la región, y decenas de civiles en ambos lados.