En un documento escrito por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Vaticano afirmó que los legisladores y políticos que apoyan tales leyes son “cómplices”. Para la oficina doctrinal aprobar dichas leyes es una degradación de los sistemas legales.

El documento de 20 páginas, titulado “El Buen Samaritano” expresa, en un lenguaje más duro, su oposición a los procedimientos médicos que coadyuvan a la muerte de un paciente. Para la iglesia católica los pacientes “pueden ser incurables pero nunca incuidables”.
La iglesia considera que la eutanasia o el suicidio asistido son “practicas homicidas”. Instaron además a los trabajadores de la salud católicos a no ser parte de los procedimientos. Aseguran que los médicos se deben “primero a Dios y luego a los hombres”.
Además pidieron en la carta que se reconozca el derecho a la objeción de conciencia por parte de los trabajadores de la salud. Los dichos se dan en una época donde varios países han aprobado leyes que legalizan las prácticas de eutanasia y suicidio asistido. En más de diez países, y varios estados en Estados Unidos, estas prácticas son legales.